domingo, 24 de junio de 2012

Como gallinas sin cabeza



Estamos en el peor momento de la crisis, hasta ahora. Leo contenidos de hace tres años sobre la situación económica, y veo una repetición de cada vez peor, la que se nos viene encima, lo que nos espera...

Seguimos hundiéndonos poco a poco, y no porque no haya soluciones, sino porque es la manera de que el poder vuelva donde algunos consideran que siempre debió estar. Alguien dijo que se ha roto ese pacto socialdemócrata por el que los ricos aceptaban ceder una parte de sus riquezas para que existiera la clase media, la que les daría la tranquilidad.


En la Europa del siglo XX se consiguió una educación para todos de una mínima calidad, una sanidad universal y una calidad de vida que creo sociedades estables, que el propio consumo retroalimentaba y que proponía un espejismo de riquezas para todos, o al menos para un tanto por ciento desconocido en la historia universal.

Pero algo se ha quebrado. La codicia ha roto el esquema, y primero los bancos convertidos en casinos, luego burbujas inmobiliarias, tecnológicas o de materias primas, (especulación financiera llamada de una u otra manera), han destrozado el escenario. Porque los poderosos querían más, y tras desregular y manipular, han hecho saltar la banca, han roto los débiles equilibrios consensuados y ahora necesitan todo para arreglarse lo que ellos estropearon, y nosotros pagaremos.

Y el miedo ha hecho el resto. Nadie levanta la voz, todo el mundo mira para otro lado a ver si escapa del problema. Porque el que no tiene trabajo algo habrá hecho; porque vivíamos por encima de nuestras posibilidades, porque hay que dejar de quejarse y arrimar el hombro, más horas, más barato y sin derechos.

 Hay mil soluciones para salir de ésta, pero ninguna sirve. La ineptitud de nuestra clase política nos está quitando las últimas esperanzas que nos quedaban. La izquierda no dio la talla, pero a esta derecha la denostan hasta los suyos, tanto en Europa como en su propia prensa, y el crédito de la mayoría absoluta lo han dilapidado en el primer semestre. ¿Sálvese quien pueda...?

Publicado en EL CORREO 29/06/2012