La calidad de la democracia y la catadura de nuestros
gobernantes, más por lo que cuentan se retrata por lo que callan. Los
ciudadanos deben estar informados para decidir, disponer de los datos para
comparar, para juzgar actuaciones más allá de por promesas o slogans
afortunados. Y aquí es donde se demuestra que en España vamos de mal en peor.
Las virtudes de la reforma laboral no pueden estar basadas
en el apagón estadístico. Deberíamos saber qué ha supuesto en cuanto a pérdida
de puestos de trabajo, sobre todo de calidad y bien pagados, cuánto han bajado
nuestros sueldos reales, qué explica el hundimiento de la demanda interna si ya
estamos “presuntamente” saliendo de la crisis.
Y lo peor es la política con nuestros jóvenes. Aparte de
declaraciones del PP equiparando prácticamente el emigrar con un prolongado
viaje de estudios, nada consigue rebajar su 50 % de paro. La única medida que
han buscado para esconder su fracaso es
ocultar la cifra de cuántos se han tenido que buscar la vida fuera, no analizar
ni dónde están ni de qué. Para no tener
que sumarlos. Porque todo indica que las cifras son escandalosas.
Bueno, habrá una fórmula para conocer el dato aproximado: contar
a cuántos les han quitado la Seguridad Social por estar más de seis meses fuera
de su tierra para poder comer.