Imagínense
ustedes que existiera un país en el que, después de unas elecciones reñidas
(que vienen a repetir más o menos los resultados de las últimas cinco
convocatorias), el presidente del gobierno planteara al jefe de la oposición
que, aunque no se puedan ni ver, existen una serie de cuestiones vitales para su
gente que no se pueden demorar más y que para abordarlas son necesarios grandes
consensos.
Que en ese
mismo país el jefe de la oposición recogiera el guante, le exigiera limpieza y
claridad (porque se desprecian profundamente), y se comprometiera a reunirse
para acordar un temario común para mirar a cinco, diez años vista.
También
imaginen que, como ni se hablan, sus equipos negociadores incluyeran políticos
y técnicos elegidos por su prestigio, no por su sometimiento al líder y tuvieran
la obligación de acordar, de consensuar unos mínimos para aprovechar un momento
excepcional para este país, que nos está pasando por delante, mientras ellos se
mentan a las esposas.
Y ahora
despiértense que les toca trabajar y la semana no tiene puentes.
Publicada en "Cartas al director" de EL CORREO el sábado 15/06/2024.