DECEPCIÓN

Desgraciadamente cada vez veo más cerca las elecciones. Por la oportunidad perdida de tener un gobierno de izquierda, siempre en la hipótesis de que alguien lo haya querido realmente.

Si ya tenía pocas ganas, tras los resultados el PSOE lo dio por imposible. Quedará para la historia si Pedro Sánchez lo intentó, pero está claro que demasiados dentro y fuera le pararon en seco. La excusa era usar los votos de los nacionalistas, pero el miedo era conformar un gobierno plenamente de izquierda.

Y a ello contribuyó un Pablo Iglesias demasiado obsesionado en el sorpasso como para preocuparse del país. Es cierto que los anteriores socios habían sido fagocitados por los socialistas, pero las primeras apariciones dejaron claro que la intención fue debilitar al presunto aliado, acusarle del adelanto electoral.

¿Y quién gana? La “casta” real, la que impide que se audite el mercado eléctrico, las telecomunicaciones, el petróleo. La banca que se lo está llevando todo, porque lo que siguen son los controles desmantelados, institucionalizada la desvergüenza. 

Y nuestros políticos, mientras, cambiándole el nombre al Congreso.




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