Nos hemos sentido maltratados por la sentencia de la Audiencia de Navarra sobre la violación en grupo de una joven en San Fermines. Una convocatoria por redes, sin organización previa, saca a miles de hombres y mujeres para defender nuestros derechos como personas.
Estos días hemos visto como los jubilados con sus protestas por las pensiones de miseria, con un apoyo sorprendentemente masivo, han conseguido cambiar una decisión insolidaria, que hacía recaer los ajustes y las injusticias sobre los más débiles.
Pero hace otro mes, la huelga convocada por las mujeres significó movilizaciones desconocidas en defensa de los derechos de otra parte de esta sociedad, pretendidamente adormecida e insolidaria, pero que presenta signos de fatiga y de hartazgo ante tanto desafuero y tanta desvergüenza.
Tal vez me ciegue el deseo, pero creo ver una sociedad que está llegando al límite de su aguante, que manifiesta un apoyo desconocido a cualquier causa justa, a todo aquello que nos une frente a la ignominia, ante el insulto a nuestra inteligencia de ciudadanos decentes. Y me encanta.
Publicada en EL CORREO en cartas al director el 16/05/2018
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