Me gusta como está cambiando mi País. El actual Lehendakari es completamente distinto. Habla claro, no utiliza eufemismos, ni maltrata el idioma. Emite un mensaje diáfano: hay un problema que debemos resolver entre todos, sin miramientos, y aquellos que quieran hacer trampas, o los que no las condenen, están condenados al ostracismo.
No hay disculpas. Hay reglas de juego, conocidas por todos y a respetar por todos. Y hay esos dos graves problemas, el económico y el respeto a la discrepancia. El primero se aborda entre todos, con trabajo, con responsabilidad y asumiendo riesgos.
El segundo es más grave y más profundo, y su solución llevará tiempo y esfuerzo. Primero desde los medios públicos, para cortar mensajes equívocos o claramente ilegales. Luego desde la educación, con la tolerancia y el respeto a la discrepancia como valores a priorizar. Y por último con la actuación de la Ertzantza y la Justicia. Es imprescindible convencer a todo el mundo de que el que la haga la pagará, más pronto que tarde.
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