lunes, 18 de febrero de 2013

UNA DE FUNCIONARIOS



       Hoy hemos ido al Hospital de Galdakao. Acompaño a mi padre para recibir quimioterapir en el "Hospital de Día". Mucha gente, pero son puntuales y con el mismo trato agradable de siempre. Cuando ya nos hemos instalado una enfermera me pregunta si mañana tiene que volver aita para otra consulta. Ha revisado el historial y lo ha observado. Le respondo que debe revisarse en oftalmología, y es mañana a medio día.

       Diez minutos después, y tras varias llamadas telefónicas me dice que ha conseguido adelantarla para hoy. Ve que mi padre tiene problemas de movilidad, y sin ni siquiera pedírselo nos ha resuelto tener que sacarlo de casa y desplazarse otra vez hasta Usánsolo.


        Esta funcionaria forma parte de nuestra sanidad pública, Osakidetza. Un servicio que en términos relativos es de los más baratos de Europa y uno de los más eficaces, y que pese a la rebaja salarial que han padecido, (y padecerán) , mantiene una calidad y una calidez humana por la que debemos luchar con uñas y dientes.

        En otras comunidades están privatizando y entregándo a los amigos este servicio público y esencial. No sabemos lo que harán los que acaban de entrar, pero como permitamos su deterioro nos arrepentiremos toda la vida. Y por cierto, gracias.


            Publicado en "EL CORREO" en "Cartas al director" el 24/02/2013

domingo, 10 de febrero de 2013

CORRUPCION VERSUS TRANSPARENCIA


        Los últimos casos de corrupción han convertido la situación actual en una tormenta perfecta. A una crisis económica sin precedentes, con seis millones de parados y la economía en caída libre, se une  la aparición de una multitud de casos de corrupción política, que nos hacen perder la poca estima en que teníamos a nuestra clase gobernante.

        La respuesta de los políticos deja pocos resquicios a la esperanza. Niegan lo evidente, pese al impagable trabajo de la prensa, y protegen sin límite a sus compañeros implicados, aunque suponga el descrédito de nuestra democracia, y una pestilente sensación de impunidad.

        Tras los vergonzosos silencios del PP en el debate sobre el estado de la nación, sobre su financiación y las maniobras de Bárcenas, ahora se propondrán una batería de medidas legislativas que castigarán a galeras a todo infractor pillado. Pero mientras las denuncias no salgan de sus compañeros de partido, y mientras los sinvergüenzas sean amparados y protegidos en el seno de sus aparatos, nadie se creerá que esto está en vías de solución.



           Una de las medidas fundamentales a adoptar, antes de cambios políticos para quedar parecido, es modificar el funcionamiento de nuestras administraciones, porque uno de los pocos países donde no está regulado, donde no hay una Ley de Transparencia, es en España.

           No consiste en más gastos. Se trata entre otras cosas de obligar a las Administraciones a que de oficio los trámites de los expedientes, los informes por los que se toman las decisiones y sus autores, por ejemplo los pasos por los que se califican los terrenos, sean públicos, y los pueda consultar quien lo desee. Se trata de que los datos con que trabaja la Administración, los estudios en que basan sus decisiones "por nuestro bien" sean públicos. Y contrastables informáticamente, que ese es el meollo de la cuestión.

          Y no insulten nuestra inteligencia sobre quién debe estar afectado por esta ley. Todo aquel que reciba recursos públicos para su funcionamiento, sea administración, partido, fundación o club responderá y los justificará con luz y taquígrafos. Y obviamente la primera la Corona, que hay meapilas que no saben como aumentar el número de republicanos en este país.
   
      Publicado en EL CORREO como carta al director el 3/03/2013