Los últimos casos de corrupción han convertido la situación actual en una tormenta perfecta. A una crisis económica sin precedentes, con seis millones de parados y la economía en caída libre, se une la aparición de una multitud de casos de corrupción política, que nos hacen perder la poca estima en que teníamos a nuestra clase gobernante.
La respuesta de los políticos deja pocos
resquicios a la esperanza. Niegan lo evidente, pese al impagable trabajo de la
prensa, y protegen sin límite a sus compañeros implicados, aunque suponga el
descrédito de nuestra democracia, y una pestilente sensación de impunidad.
Tras los vergonzosos silencios del PP en
el debate sobre el estado de la nación, sobre su financiación y las maniobras
de Bárcenas, ahora se propondrán una batería de medidas legislativas que
castigarán a galeras a todo infractor pillado. Pero mientras las denuncias no
salgan de sus compañeros de partido, y mientras los sinvergüenzas sean
amparados y protegidos en el seno de sus aparatos, nadie se creerá que esto
está en vías de solución.
Una
de las medidas fundamentales a adoptar, antes de cambios políticos para quedar
parecido, es modificar el funcionamiento de nuestras administraciones, porque
uno de los pocos países donde no está regulado, donde no hay una Ley de
Transparencia, es en España.
No
consiste en más gastos. Se trata entre otras cosas de obligar a las
Administraciones a que de oficio los trámites de los expedientes, los informes
por los que se toman las decisiones y sus autores, por ejemplo los pasos por
los que se califican los terrenos, sean públicos, y los pueda consultar quien
lo desee. Se trata de que los datos con que trabaja la Administración, los
estudios en que basan sus decisiones "por nuestro bien" sean
públicos. Y contrastables informáticamente, que ese es el meollo de la
cuestión.
Y no insulten nuestra inteligencia sobre
quién debe estar afectado por esta ley. Todo aquel que reciba recursos públicos
para su funcionamiento, sea administración, partido, fundación o club responderá
y los justificará con luz y taquígrafos. Y obviamente la primera la Corona, que
hay meapilas que no saben como aumentar el número de republicanos en este país.
Publicado en EL CORREO como carta al director el 3/03/2013
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