No hay
nada extraño en que las encuestas digan que los políticos son uno de nuestros
principales problemas, tras el paro. No solo no solucionan la grave crisis
económica que padecemos, que se manifiesta sobre todo en un paro desbocado,
sino que nos regalan nuevas querellas por sus ansias de figurar, de permanecer
en la memoria.
No importa que la actual
legislación del aborto esté socialmente aceptada por una mayoría inapelable. A
ninguno le preocupa que no haya en la calle problemas con la educación de
nuestros hijos en catalán o en euskera. Salvo los sectores más reaccionarios de
la Iglesia, por lo visto ampliamente representados en el actual Ejecutivo,
nadie reclamaba el regreso de una educación religiosa evaluable.
Han decidido abrir nuevos frentes
para implantar sus creencias sobre los derechos de los ciudadanos, para imponernos
su fe sobre nuestras elecciones y decisiones. No sé si todo esto forma parte de
una campaña para distraernos del cambio social que imponen con la excusa de la
crisis. Para no explicar que echen al 75 % de la plantilla de la televisión de Madrid, pero a ningún directivo.
Este Gobierno tensa una sociedad cerca del límite de tolerancia, que no debería llegar a sentirse además de empobrecida humillada. Por el bien de todos.
Este Gobierno tensa una sociedad cerca del límite de tolerancia, que no debería llegar a sentirse además de empobrecida humillada. Por el bien de todos.
Publicado en EL CORREO el 8/12/2012 como "Carta al director".
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