La vida seguía su curso, dentro de la continua sorpresa de los últimos tiempos. Estaba claro que ya no iba a volver la tranquilidad anterior, y que debía plantearse su vida en todos los ámbitos. Había comenzado una lucha sorda, en la que no dejaba de ser un peón, y en un principio además trofeo. Después de tantos años se había encontrado en medio de una pelea, sin comerlo ni beberlo, solo por el hecho de estar ahí, en un buen sitio en un mal momento.
Pero ya estaba bien de compadecerse, y de buscar culpables fuera de si. Se había dormido, habia dado por supuesto que su sola presencia solucionaba los problemas, y había descuidado su obigación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario