Todo empezaba a mejorar. Habían abandonado el hospital, y ella se encontraba bien. Tenía dolores, molestias y quejas. También sus aprensiones, pero eso formaba parte del paisaje normal. Echaba en falta el contacto con ella, y esos ruidos le decían que ya estaba en casa.
Bajaba el trabajo, la rutina habitual se la devolvía. Volver a quejarse porque duerme encima, porque le quita la manta y porque le despierta. Porque no sabe dormir solo.
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